
Anoche desperté de madrugada con dolor de panza, bajé por una pastilla y mi cerebro, como siempre, aprovechó para tirarme un par de ideas. Afortunadamente las pude anotar en mi libretita imaginaria de cosas a recordar a la mañana siguiente y me dormí casi de inmediato.
- La primera era que a veces uno se siente descolocado en la vida porque trae el zoom muy +++, es decir, está puesto el enfoque en una parte muy pequeña de la pantalla y todo lo demás está invisible, fuera de cuadro, de esa manera los detalles y las sutilezas del momento se ven GIGANTES.
La forma de resolver esto es, claramente, haciendo zoom out poco a poco, para ver realmente en perspectiva qué parte de tu vida como timeline ocupa esta parte que hoy te está haciendo ver todo desordenado y sin sentido, y ahí vas a ver que no es tan así.
La capacidad de zoom out se da con el tiempo: hagamos zoom out y veamos en el timeline de tu vida los años de secu y prepa, por ejemplo. Es increíble como al vivirse parecieron una eternidad (a mí así me parecieron) pero en perspectiva sólo son una fracción mínima, y los problemas de esa época también se vuelven mínimos con el tiempo. Y así cada etapa, la vivimos en zoom in pero cuando pasa un poco de tiempo podemos hacer zoom out. Mi propuesta es hacer zoom out lo antes posible y ganarle al tiempo, se podrá?
La otra idea que me tiró mi cerebro de madrugada fue:
- Más sabe el diablo por VIEJA que por diablo.
Y aquí es más bien una idea de todos los “saberes” informales y no reconocidos que las mujeres adquirimos desde muy chicas, atravesados por las opresiones y demás chingaderas. La escena que me vino a la mente fue esta: estábamos en clase de jazz, puras chavitas de 15–18, un vato de 21, una amiga de mi edad y yo. La coreografía era Unholy, y había que hacer un paso en el piso como muy de teibolera pues. El chavo lo intentaba y físicamente le salía pero no tenía el feeling, el maestro le dijo “no así no, es muy felino” y la calidad de movimiento que quería era algo más pesado, más humano. El chico era muy ligero y esa no era la idea, era verse pesado y en lo pesado está lo sensual, que el piso te jale un poco más.
El chico se paró y dijo “me siento como un prostituto” y ajáaa esa era la sensación, sus compañeras de 15 a 18 no necesitaron tanta instrucción, simplemente su cuerpo lo comprendió desde su lugar de mujeres, y las que lo sacamos enseguida fuimos las dos mayores de 35 porque los años pesan y el rol de mujer, también.
Nada, eso.