Buscar polenta en Toluca y Rosca de Reyes en Buenos Aires

Noelle
3 min readJan 24, 2024

Imaginen a los dinosaurios en la cama — Charly García

Dejé este post en borradores desde hace rato y es que el tema lo tenía claro, pero no sabía como desarrollarlo sin sonar cansada con los detalles. ¿Y qué son la vida y la memoria sino hacerla bien cansada, con lujo de detalles?

Total que mi relación emocional con la comida es: no extrañar demasiado la comida del pasado, porque duele demasiado no tenerla. Ignorar, aguantar, y seguir.

Hace poco leí un tuit que decía que para qué se quieren ir de México si en ningún lugar de Europa cocinan pozole rico o algo por el estilo, en corto, alabando la riqueza gastronómica mexicana y toda la afectividad que va ligada a ello.

No extrañamos la comida en sí, ni los sabores. Extrañamos los afectos que ligamos a ella, las sensaciones de seguridad que nos brindaban y que al saborearlas nuevamente volvemos a vivir, aunque sea en la imaginación. Porque realmente nunca volvemos a sentirnos tan seguros (o inseguros) como nos sentimos en las primeras infancias.

Mi relación con la comida en este sentido es: no están disponibles físicamente los sabores de mi infancia por el simple hecho de que aquí eso no se vende, no hay, no existe. Recuerdo haber caminado incansablemente con mi mamá y mi hermano, en 1991, buscando “polenta” en los supermercados. Los empleados nos miraban con una expresión rarísima cuando se les preguntaba por ese producto. Más aún cuando mi mamá les explicaba lo que era: es harina de maíz, amarilla, granulada, para hacer una comida caliente…

La polenta es una comida de harina de maíz hervida, originaria de Italia y muy difundida en Argentina, Chile, Austria, Brasil, Perú, Paraguay, Bolivia, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, en el sur de Francia, Suiza, Rumania, Eslovenia, la isla de Madeira y la península de los Balcanes

La gente del supermercado la miraba con cara de confusión y le entregaba un paquete de harina MASECA. Era 1991. Hoy ya existe y está disponible en las góndolas de varios supermercados.

Después, en 2018, nos pasó lo mismo pero A LA INVERSA. Era 6 de enero de 2018, nos habíamos quedado solos en la ciudad (de Buenos Aires) porque mis tíos se fueron todos a la costa, nosotros nos tuvimos que quedar, porque mi hermano había tenido una crisis, rompió un vidrio y se cortó la mano. Caminamos incansablemente. Ninguna panadería vendía rosca de reyes, nos miraban con extrañeza cuando preguntábamos. Ni mi mamá ni yo recordábamos si la rosca de reyes es o no una tradición argentina. A cierta edad ya todo se confunde en la mente.

Total, que nos quedamos sin la rosca pero me yo contenté con un alfajor, cosa que siempre hay allá, en cualquier época, en cualquier tiendita. No voy a ahondar en eso pero así me las he arreglado, con sustitutos de sabor dependiendo de lo que hay, y por eso la gente que persigue incansablemente una comida super específica “por satisfacer el antojo”, enfocando todas sus energías en ello y no conformándose con un sustituto disponible (y hasta poniéndose de mal humor por eso) a mí me parece, por lo menos, infantil.

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Written by Noelle

Entusiasta del reino animal, el rock alternativo y el queso. Escribo, bailo y yogueo para no enloquecer. linktr.ee/noelleohsi

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